martes, 11 de noviembre de 2008

Continuamos conversando con Dewey sobre educación...


Nuevamente, estamos de vuelta para otro encuentro con John Dewey. ¡El filósofo nos ha recibido en su biblioteca!, donde ojea libros y busca darnos detalles precisos a nuestras interrogantes.

Esta vez le pedimos que nos hablara acerca de los fines de la educación que plantea, le preguntamos exactamente ¿Para qué se educa?, según su criterio; ¿Cuál es el tipo de ser humano que debe formar la educación?, ¿Qué valores considera él que hay que lograr con la educación?, y le pedimos que nos hablara de su Teoría Pedagógica de la Educación...

Dewey comenzó su explicación a nuestras interrogantes, respondiendonos que para él, el fin educativo debe ser crear ambientes que generen interés y entusiasmo por parte del estudiante, donde la participación activa y aprender haciendo sea importante, asi como la capacidad de aplicar y practicar lo aprendido. Se busca que el maestro deje de ser el centro, para ceder este espacio al estudiante con el proceso de aprendizaje enseñanza. El maestro se convierte en un facilitador del aprendizaje a la orden de las necesidades de los estudiantes. Nos leyó Dewey una cita textual de uno de sus libros, donde se refería a los maestros: “les corresponde a ustedes conseguir que todos los días existan las condiciones que estimulen y desarrollen las facultades activas de sus alumnos. Cada niño ha de realizar su propio destino tal como se revela a ustedes en los tesoros de las ciencias, el arte y la industria” (The Child and The Curriculum 1902, Vol 2).
Por otra parte, nos explicaba Dewey, que la educación debe hacer individuos más adaptables a las realidades, con potencialidades desarrolladas y demostradas, con ingenio y creatividad. Con criterio propio y respeto a las diferencias y capacidades de los individuos, donde se consideran todas las opiniones y se establecen las reglas en grupo, individuos flexibles con capacidad de acción y reacción. Con alta valoración por el apoyo mutuo y ser solidario mas que competitivo.

Dewey tuvo influencia, durante su proceso de formación, de Darwin utilizando el modelo biológico y su concepción de ajuste entre ambiente y organismo, de Peirce tomo la concepción de una idea en termino de consecuencias practicas, el conocimiento aplicado a la realidad, a partir de allí fue desarrollando su propia filosofía y forma de ver la educación.

Nos comentaba que, plantea a la experiencia como su principal valor, así como el antirreduccionismo, según él no se puede ir de lo mas alto a lo mas bajo, de los espiritual a lo biológico. Para Dewey (...) “la experiencia no es el conjunto de sensaciones o ideas simples, sino un empeño activo y social”. El interés es otro valor importante, la enseñanza es mucho mas efectiva cuando se logra captar interés, que según las circunstancias y situaciones presentes. Logrando la experiencia, el antirreduccionismo y el interes el estudiante podrá manifestar valores relacionados con su potencialidad, y demostrar haciendo lo aprendido, preparando al niño para las condiciones realistas de la vida y su participación en ella. Otro valor que destacó fue el respeto, hacia las condiciones diferenciadoras de cada individuo.

En cuanto a su Teoría Pedagógica de la Educación, el planteamiento de las escuelas progresivas, representan para su época un giro copernicano, pasando de una escuela tradicionalista, donde el docente era el centro, que impartía conocimientos y disciplina a una propuesta donde para Dewey la participación del individuo es lo primordial, concibe al individuo desde dos ámbitos: una psicológica, donde el individuo despliega y exterioriza todos sus potencialidad, otra social, es la preparación del individuo en su desempeño en la sociedad. En su doctrina la educación es un proceso de vida. Como método de enseñanza, establece que toda investigación parte de un problema o duda, seguido de las siguientes etapas: intelectualización del problema o desarrollo de la idea (razón), la observación y el experimento, ensayar la hipótesis, reelaboración de las hipótesis, reelaboración intelectual.
Su Teoría del conocimiento, basada en la psicología funcional, destacaba la "necesidad de comprobar el pensamiento por medio de la acción si se quiere que éste se convierta en conocimiento". nos explica el filósofo, que con esta teoría cuestionaba los dualismos que oponen mente y mundo, pensamiento y acción, característicos de la filosofía occidental desde el siglo XVII. Su pedagogía demanda de los maestros "reincorporar a los temas de estudio en la experiencia".

Nos comentó Dewey, que en los 10 años que pasó en Chicago (1894 - 1904), hasta su jubilación, estuvo elaborando los principios fundamentales de su filosofía de la educación, a partir de lo cual pudo vislumbrar el tipo de escuela que necesitaba. En 1894 decía a su esposa: “Cada vez tengo más presente en mi mente la imagen de una escuela; una escuela cuyo centro y origen sea algún tipo de actividad verdaderamente constructiva, en la que la labor se desarrolle siempre en dos direcciones: por una parte, la dimensión social de esta actividad constructiva, y por otra, el contacto con la naturaleza que le proporciona su materia prima. En teoría puedo ver cómo, por ejemplo, el trabajo de carpintería necesario para la construcción de una maqueta será el centro de una formación social por una parte y de una formación científica por otra, todo ello acompañado de un entrenamiento físico, concreto y positivo de la vista y la mano” (Dewey, 1894).

La institución se dio a conocer como la "Escuela de Dewey", y leyéndonos otro de sus textos, nos dijo: “el niño va a la escuela para hacer cosas: cocinar, coser, trabajar la madera y fabricar herramientas mediante actos de construcción sencillos; y en este contexto y como consecuencia de esos actos se articulan los estudios: lectura, escritura, cálculo, etc.” (Dewey, 1896a, pág. 245).
“Cuando el niño entiende la razón por la que ha de adquirir un conocimiento, tendrá gran interés en adquirirlo. Por consiguiente, los libros y la lectura se consideran estrictamente como herramientas” (Mayhew y Edwards, 1966, pág. 26.).
Finalmente, concluyó señalando que el aspecto clave de su pedagogía progresista era el proporcionar a los niños "experiencias de primera mano", basadas en situaciones problemáticas, casi siempre partiendo de experiencias propias. Buscó uno de sus libros nuevamente, y leyó: “la mente no está realmente liberada mientras no se creen las condiciones que hagan necesario que el niño participe activamente en el análisis personal de sus propios problemas y participe en los métodos para resolverlos (al precio de múltiples ensayos y errores)” (Dewey, 1903, pág. 237).

¡Hemos aprendido mucho de nuestra segunda visita a John Dewey, y él se ha mostrado muy complacido por nuestro interés en conocerlo, por lo que nos ha invitado a visitarlo nuevamente en otra oportunidad!

A través de nuestra investigación hemos podido conocer, según J.Maya, que “la educación progresiva tuvo una enorme difusión en los Estados Unidos, sobre todo en el “período entre guerras”, ya que respondía a características de la sociedad norteamericana, como espíritu práctico, individualismo equilibrado y sentimiento de autonomía. Sin embargo a finales de la segunda guerra mundial las escuelas progresivas comenzaron a decaer, gracias a críticos que surgieron, solicitando esquemas, comunes y estandarizados como temas obligatorios en la educación".
Y según Robert B. Westbrook, "Dewey reconocía ahora más claramente que la escuela, al estar inextricablemente vinculada con las estructuras de poder vigentes, constituye uno de los principales instrumentos de reproducción de la sociedad de clases del capitalismo industrial, y que por consiguiente era muy difícil transformarlas en un agente de reforma democrática. Los esfuerzos por convertirlas en medio impulsor de una sociedad más democrática tropezaron con los intereses de los que querían conservar el orden social existente".

Nuestro viaje debe culminar, debemos regresar y poner en práctica lo aprendido…
Nos llevamos un valioso regalo: el conocimiento adquirido,
¡un pensamiento filosófico del siglo pasado, con vigencia hoy más que nunca!

¡Gracias por acompañarnos!

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